furia brutal entre las calles
el peso de nuestras tormentas
arrancando escamas de placer
a una luna sangrienta
ciegos y ebrios de esquinas
bebíamos serenos y madrugadas
en vorágine de vacíos prestados
nunca nuestros, nunca nosotros
océanos sin vida, esperando
la llama de la vida del otro
espejos de cielo y la mar
el horizonte deseando reunirlos
y ellos muriendo por alcanzarlo...
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