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lunes, 5 de marzo de 2012

Guatemala, patria, raíz y origen


Por tanto alboroto que esta causando no se que cosas de mercadeo y porque siempre ha sido este blog una forma de desdoblar las líneas que han trazado desde siempre estas cosas que me suceden, doy ahora un instante, unos segundos a las sombras y luces que yo he vivido en esta Guatemala que me tocó ser.

Y digo porque las cosas vividas son mucho mas fuertes que cualquier cosa que quieran inventarnos ser, las experiencias marcan más que cualquier anuncio que pretenda suplantarnos nuestras angustias, cuando por ejemplo, no nos queda nada para comer y es necesario recorrer las calles, adhiriendo nuestra humanidad a las masas de espíritus famélicos en busca de la dignidad, de la indispensable dignidad de vivir nuestro día con el trabajo de nuestras manos, también es esta la Guatemala, esta que me ha costado la sangre de los míos, la que yo he vivido en la que la gente que se llena de palabras una boca funesta dice estar allí para ayudar y no hace nada, pero es el hermano extraño, el otro chapín que nunca dice cosas grandilocuentes en política, ni religión ni otras cosas, quien te da la mano... y se sienta a al orilla de la banqueta contigo y parte un aguacate y te da la mitad de su tortilla y lo mas importante; nunca trata de venderte nada, ni de convencerte de nada, simplemente esta allí y te escucha y sabe de lo que hablas porque también él lo sufre a diario.

Yo creo en Guatemala, la que viene a vivir el día a día conmigo, acá abajo en las calles del Centro Histórico, en las colonias y en los departamentos, y se ve a sí misma y se reconoce como lo que es; analfabeta, disminuida, frágil y con miedo, mucho miedo, pero despierta y llena de visiones y chispuda para no dejar que le den atol con el dedo. Es esta Guatemala, la de la señora que se raja todo el día trabajando en el comal para el patojo estudie con dos centavos para un dulce y una tortilla con frijol, sentado en una escuela que se derrumba de vieja y olvidada, este país en la que el campesino, el asalariado, el albañil y la señora del mercado, hace el milagro de juntar el cielo con la tierra para regalar un abrazo y pan con café a su familia retaceada por el hambre de conocimientos y visiones de un mañana mejor.

No somos otro país, somos este, no somos únicamente un símbolo o un logotipo, menos una simple fuerza económica objeto de saqueos, nosotros somos este suelo, esta familia, somos una fuerza vital aferrados a la raíz viva que nos da la certeza de nuestra mezcla y de nuestras dudas, somos el temor de encontrar la identidad que no nos pueda gustar al verla, pero que nos llena de un amor de fuego que nos arrasa cuando la escuchamos y entendemos sintiéndola en todo nuestro ser por este nuestro pedazo de cielo en la tierra. Cuando la escuchamos y vemos a nuestros hermanos hablarnos con nuestros rostros, nuestras lenguas por mas complicado que parezca, nuestras costumbres y la simpleza encantadora de la transparencia del guatemalteco vivo, justo y hermano, humano cuando nos mira en nuestras penas y fuerte cuando de defendernos se trata.

Somos música y fuerza, ansiedades y temor, pero también futuro y porvenir y tenemos el derecho de buscarlo por nuestros propios medios, sin las confusiones ni las neblinas de posturas y circos políticos ni religiosos ni de otra índole mucho menos de los miserables intereses económicos, simplemente porque merecemos respeto, merecemos educación y también merecemos habitar nuestro espacio, merecemos habitarnos y ser guatemaltecos y dejar las enajenaciones para otros tiempos, y es urgente vernos realmente a los ojos y al levantar la mano encontrar al otro guatemalteco y al reflejarnos en ellos, mirarnos nosotros tal cual somos, una fuerza vital sin la que este mundo y el mismísimo universo no serían lo mismo porque habría un gran agujero, una tremenda ausencia, un vacío imposible de llenar porque faltaría una de las cosas más lindas que ha sucedió al planeta tierra, y se quedaría este triste planeta vagando para siempre en la eternidad del abismo sin haber podido escuchar el latir del guatemalteco, el corazón de esta Guatemala que esta más viva que nunca.